Cultura: San Luis Potosi

Formación Cultural: San Luis Potosí.

En este blog se mostrará información sobre datos y hechos culturales de la ciudad de San Luis Potosí, así como sus alrededores, abarcando temas como: Sobre El patrimonio cultural en general de San Luis Potosí: Centro histórico (contexto geográfico, bienes muebles e inmuebles más destacados), reglamentación, algunos de los museos más importantes, su tipología, museogrtafía, piezas más importantes y sistemas ambientales de protección, eventos culturales destacados, Desarrollo de programas turísticos, Gastronomía. Y sobre la identidad cultural: Barrios tradicionales, festividades patronales, Nombres de calles anguas y/o originales con sus transiciones hasta la actualidad, sus tribur urbanas, así como sus personajes ilustres y sus leyendas.

miércoles, 23 de mayo de 2012

LEYENDAS POTOSINAS

Leyenda del Edificio Ipiña de San Luis Potosí


Aquí en el estacionamiento del Edificio Ipiña hemos visto a un niño corriendo, como si fuera un duendecito. Es un niño chiquito y casi no se le mirada ropa. Anda corriendo y se ríe. Una vez estábamos ya muy tarde jugando futbol y se nos fue la pelota un poco lejos. Fuimos por ella y en eso que sale el niño y aventó la pelota más lejos. Todos medio nos asustamos, pero pensábamos que era algún niño travieso que se había metido aunque el estacionamiento y estaba cerrado. Uno de los compañeros fue por la pelota y el niño, risa y risa, la aventó más lejos. Luego este amigo como que quiso regañar al niño por andarle haciendo travesuras y el niño corrió y se metió en aquella puerta que está cerrada. Lo curioso, y lo que nos dio miedo, es que atravesó la puerta y allí mero se desapareció. Leyenda encontrada en un blog de Homero Adame.
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En otra ocasión estaba lloviendo ya en la tarde y casi no había coches.
De repente que vemos al mismo niño parado sobre la pared afuera de la puerta. Yo ya sabía que es así como niño fantasma o un duende y me asusté, pero todavía pensé que a lo mejor era un niño de a de veras y le dije que qué andaba haciendo allí, que se cubriera porque se iba mojar. El niño nada más se dio vuelta y atravesó la puerta que estaba cerrada. Sentí bien raro de ver eso. Leyenda potosina.
También cuentan que las cámaras de vigilancia que tienen en la oficina han captado a un niño que luego está ahí parado junto a la caseta de pago.
Yo no he visto lo que han captado las cámaras, pero dicen que no es el mismo niño fantasma o duendecito que hemos visto o correr y reírse por aquí. Leyenda potosina.
Esta aparición fantasmal, según me contó Juan Manuel Martínez, sucede en el estacionamiento público del Edificio Ipiña, en San Luis Potosí.

Juan del Jarro, Leyenda Potosina


Era un pordiosero del que se decía odiaba el baño, el mes de julio y las riquezas. Por eso, aunque le dieran mucha limosna andaba siempre pobre, por eso se escondía de toda lluvia bajo cualquier techo y tenía las costras de mugre pegadas a la piel y esparcidas por la ropa y los cabellos. Se llamaba Juan, la gente lo apellidaba del Jarro, no por ser un borrachín de banqueta sino porque sus únicas pertenencias, que siempre traía a cuestas, eran un sombrero, una estera y un jarro de terracota.
Como con la mayoría de los pordioseros, nadie en aquel San Luis Potosí de mediados del siglo 19 sabía de dónde había llegado Juan del Jarro, quien parecía haber estado desde siempre dormitando en una banqueta, haciendo trabajillos en el mercado o pidiendo limosna fuera de los templos para resolver el hambre del día. Se dice que habitaba el interior de un horno abandonado.
Juan tenía dos características que lo diferenciaban de cualquier pordiosero. La primera es que era un hombre piadoso que repartía sus ganancias diarias con otros menesterosos. Solía ser él quien más miraba por los ancianos desamparados, especialmente los ciegos y los locos. En aquella sociedad del bajío mexicano, los gestos de grandeza se ligaban a las batallas políticas y militares entre liberales y conservadores. El bajío mexicano había sido el granero de la Nueva España, la región próspera, rica, que se había llenado de ganado y de cultivos. Pero eso había sido el siglo anterior, la potosina era una sociedad dividida por la política que reinó tras la independencia.
Además, San Luis Potosí, por estar en la frontera norte del bajío, era una ciudad amenazada por las bandas de gavilleros que se refugiaban en las montañas cercanas al desierto. Un pobre compartiendo riqueza no era Juan de todos los días.
La otra característica que hacía especial a Juan era su afección por los dichos y las frases llenas de sentido común, ésas que los viejos sintetizan para los jóvenes y los niños. Juan solía tener un refrán en la punta de la lengua, según la ocasión. Tenía una paradoja en la chistera para cuanta sorpresa depararan los días. Esa astucia cotidiana hizo que Juan adquiriera fama de listo que contrastaba con su fama de loco, quien, quitándose prejuicios de clase, compartía con él charla y mesa, hallaba un conversador ameno que parecía tener la vuelta de tuerca a toda experiencia humana. ¿Por qué un hombre dotado mentalmente era pordiosero? Porque odiaba el baño, el mes de julio y las riquezas.
La fama de Juan del Jarro se solidificó con los años: era un loco iluminado, era un listo muy loco, lo cierto es que era amigo de todos y aceptaba convites a mesas suntuosas igual que a cocinas humildes. Juan se daba a querer. La gente lo quiso. Su fama pronto tomó un tinte sobrenatural. Se decía que era adivino. Mucha gente lo creyó (y lo cree), muchos otros hablaron y hablan de charlatanería.
Se cuenta que una señorita de casa decente quiso hacer mofa de Juan cuando lo vio pasar por la plaza central. La dama en cuestión estaba convencida de que Juan del Jarro no era más que un charlatán que embaucaba incrédulos para enriquecerse. Al verlo pasar le dijo:
“Dime, adivinador, ¿cómo se llamará el que ha de ser mi esposo?”
“Te casarás, pero no con el padre del niño que llevas en el vientre” –contestó el pordiosero.
Poco después la señorita decente abandonó la ciudad porque la familia descubrió que Juan tenía razón. La leyenda creció, se decía que Juan podía saber el futuro porque lo escuchaba en su jarro de terracota.
El día que Juan murió, San Luis Potosí rindió un homenaje fastuoso al más pobre de sus ilustres. Por un día se olvidaron las clases. Se cantó, se deseó descanso eterno a don Juan, sobre todo se reconoció que la generosidad no tiene clase.
NOTA: Cada 2 de noviembre, en el panteón de El Saucito, en San Luis Potosí, la gente (no poca) se acerca a una lápida con la inscripción: Juan de Dios. La tumba se llena de presentes y recuerdos, de milagros pintados en agradecimiento a lo ya concedido o de petición de ayuda para lo que se ansía.
La tumba es la de Juan del Jarro, ése que nadie sabe cómo llegó a esa ciudad en crisis. La leyenda cuenta que hay una secta que busca su jarro, dentro, dicen, se escucha el mar y un inquietante ruido de cascabeles. El jarro tiene la habilidad de conceder deseos, dicen los creyentes.


Los túneles

Que cuando estaban construyendo el Teatro de la paz, a principios de la década de los noventas del siglo XIX encontraron al estar haciendo las excavaciones para los cimientos del teatro un tramo de túnel que tuvo que ser rellenado para continuar con la obra. Cabe recordar que justamente en ese lugar se encontraba la penitenciaría del estado y es muy probable que ese túnel haya sido construido para escapar del lugar, sin duda que debió de existir ya que 100 años después cuando se hacían las remodelaciones de la calle de Villerías, justo entre el Teatro de la Paz y el Museo de la Máscara se encontró otro tramo de túnel, esta vez entraron el mismísimo cronista de la ciudad, Lic. Rafael Monetjano y Aguiñaga, el entonces gobernador Horacio Sánchez Unzueta, así como algunas personas como el Ing. Ramón Ortiz Aguirre especialista en materia hidráulica. Es muy probable que la falla estructural que presentó poco después el Museo de La Máscara se deba a algún derrumbe del túnel que pasa por debajo de este edificio.

Se cuenta también que en algunas casas de Av. Juárez se han encontrado esos túneles
Que en una ocasión, en una vecindad del Barrio de Tlaxcala una mujer que estaba lavando, cayó dentro de uno de ellos con todo y lavadero, que ahí se encontraron restos de vestiduras eclesiásticas.
Otra es que una mujer que dormía cayó dentro de uno de ellos.
En obras civiles realizadas han dado con estos espacios, una fue cuando se estaba extrayendo la tierra de la calle Mier y Terán, para la Asarco hoy Industrial Minera México y cayeron en un gran hoyo que resultó ser un túnel.
En la entrada de abajo platico de otro hallazgo similar.
En la década de los sesentas se hizo un hoyo similar al que se formó recientemente, también en las inmediaciones de la alameda, pero esa vez fue por la calle Chicosein casi esquina con Othón.
Aparte de esto se cuentan tantas cosas verdaderamente descabelladas como que los túneles eran usados por la Santa Inquisición para torturar a los sentenciados, que ahí escondían a las monjas o mujeres que habían tenido algún embarazo no deseado.

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